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  • Gonzalo Yahuita

TRABAJAR CON LA ENFERMEDAD TAN CERCA

Actualizado: 23 oct 2020

Jimena Yahuita, 36 años, egresada de la UBA, trabaja en la Guardia de Emergencias del

Sanatorio de la Trinidad Mitre, en Capital Federal. Los casos y decesos siguen aumentando

en el AMBA, el gobierno de la Ciudad levanta más restricciones y cada vez hay más gente

circulando. ¿Cómo es trabajar en una de las zonas más complicadas por la pandemia?

*Fotos y Entrevista Gonzalo Yahuita


En la guardia


-Atiendo a los pacientes que vienen en las ambulancias, que pueden ser de casos leves a críticos. Por lo general, en la ambulancia se realiza un “triage” (examen para clasificar al paciente) y así definir cuál es el mejor lugar de la guardia.

Si es un paciente sospecha de COVID estable, va a un box aislado; una habitación preparada con un teléfono para iniciar el interrogatorio y así estar más protegida, con esto reducimos el tiempo de exposición. Si viene con un cuadro más grave, por ejemplo; una insuficiencia respiratoria, ACV o infarto se lo recibe en el Shock Room, que tiene los equipos adecuados para estabilizar.

Todo el tiempo con barbijo tricapa, y para atender, son dos barbijos más, además del camisolín, cofia, botas, antiparras y escafandra. Este protocolo es con cada paciente. Durante las 12 hs de guardia, lo más complicado llega entre el mediodía y las seis de la tarde. Pero no siempre, los pacientes pueden aparecer en cualquier momento y en cualquier situación.

No hay mucho tiempo para descansar, nos turnamos para comer o merendar, ya no podemos estar juntos como antes. Faltan muchos médicos por ser considerados posibles casos de covid, así que los que quedamos salimos a cubrir a los que faltan, prolongando nuestros días dentro de los hospitales, y nuestra exposición al virus. En julio estábamos casi sin personal (no había enfermeros), lo que dificulto la recepción de pacientes. Por más que tengamos camas, si no tenemos el recurso humano para atender a los pacientes no sirve de nada esa cama.

El número de pacientes, por otras afecciones, volvió a ser el de antes, sumado a los que son sospecha de covid. Al principio parecía que la gente no quería venir al hospital, no consultaba por nada. Pero eso fue peor, porque situaciones donde la consulta rápida era primordial ahora pasaban de largo y cuando consultaban, los cuadros eran más severos o con pocas posibilidades de mejorar.

Te agradecen más, te preguntan más cosas. Ven como nos cambiamos, y nos preguntan si tenemos que hacer eso con cada paciente. Pareciera que siguen sin creer que hay un virus dando vueltas que puede matar.

Después de cada guardia salgo más cansada. Mis manos están muy secas, casi agrietándose porque las higienizo unas 30 o 40 veces al día. El equipo de protección me lo cambio unas 20 veces y ahora con el calor termino más transpirada.


¿Fuiste Covid positivo?


-Si, a finales de julio, fui asintomática. Me enteré por casualidad al realizarme un prequirúrgico. Lo más probable que haya sido en el trabajo, por algún paciente. Me sorprendí mucho, no tuve ni un síntoma. No puede ser, me decía. Estaba muy asustada, porque tengo una enfermedad autoinmune, su tratamiento consiste en disminuir mi sistema inmune. Llore y tuve mucho miedo, después me dije: ya está, que va ser. Estaba preocupada por mis compañeros pensando que los podía contagiar, además vi muchos pacientes que la pasaron muy mal. Y eso podría pasarme a mí. Me revisaba muy seguido y al pasar el tiempo, sin síntomas, me fui tranquilizando. Luego de las dos semanas pude volver a trabajar.



Jimena utilizando el equipo de seguridad durante la pandemia.



¿Tuviste algún colega que la haya pasado mal?


-Es complicado ver a compañeros infectados. Recuerdo a un residente de 37 años, sin antecedentes. Casi se muere. Lo único que le salvó la vida fue la edad. Estuvo tres meses en terapia. Lo afectó en todo, tuvo que ir a rehabilitación por una cuadriplejia de paciente crítico, perdió musculatura, se escaro, no puede caminar, está con kinesiología. Hay que enseñarle todo de nuevo.

Otro conocido médico de guardia, con muchos factores de riesgo, también la pasó muy mal.

Por mi enfermedad me preguntaron si quería trabajar, y dije que sí. Después de ver situaciones tan extremas, de pacientes sin antecedentes y evolucionar tan mal y otros con todos los factores de riesgo y salir como si nada, pienso que es como una lotería, le puede pasar a cualquiera, por eso decidí continuar.



¿Cuáles son las mayores dificultades que tienen?


-La gente no cree en el virus. No tiene conciencia de que esta enfermedad puede matarte o usarte como un “puente” para contagiar. Es frustrante ver tantos pacientes que están ahí porque no se cuidaron. Ninguno te va a decir la verdad y admitir que no se cuidó.

Solo recibí dos veces el bono de 5.000.- que el gobierno prometió. Escuche que otros recibieron solo 2.500.-. Es muy desmotivador. Todavía me deben dos semanas de vacaciones, no creo que me las devuelvan. No te cuidan.


¿Qué opinas sobre los aplausos que recibían hace unos meses y sobre las recientes protestas del personal de salud en la jefatura de gobierno porteño, pidiendo mejores condiciones de trabajo?


-Quería ir a la protesta, no pude por la guardia. Los aplausos no me impactaron. Te aplaudían de noche y luego salían a contagiarse de día. Me daba bronca. Me rompo el lomo en cada guardia para que hagas tus fiestas clandestinas y luego vengas con síntomas compatibles. Creo que a nadie le gustaban los aplausos.

A mí me sirve que te quedes en casa. Ustedes pueden quedarse y cuidarse, no como nosotros, que no podemos elegir quedarnos en casa a esperar que esto pase. Muchos de los que conforman el personal de salud quieren hacer paro. Para dejar de precarizar nuestra situación, desde los salarios mal pagados hasta la infraestructura que necesitamos para trabajar. Hay otros que no quieren, dicen que no es el momento apropiado. Si no es ahora, cuando va a ser el momento apropiado?


¿Te acordás por qué elegiste ser médica?


-Me gusta el hospital, me siento como en casa, es mi lugar. Saber el porqué de las cosas y cómo tratarlas, lo más lindo es ver cómo se resuelven. Ver muy mal a un paciente y luego verlo recuperado: eso es impagable. Me han reconocido pacientes en la calle y cuando los veo, no los reconozco, son personas totalmente distintas cuando están sanas. Ahí sentís que hiciste algo bien.

Recuerdo a varias, una paciente que estuvo muy mal, su mama me tejió un gorro. Otra me regaló una caja de chocolates con un mensaje que decía: “Gracias por ayudar a Eliana”. La mujer de un paciente hace 4 años que me envía saludos por navidad.

Ver el antes y el después de un paciente al que ayudaste a recuperar, es una de las sensaciones más satisfactorias que puede darte la vida.

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