Por Jimena Gómez
Las fotos guardadas de la abuela, mis fotos de la niñez y toda fotografía que me muestren. Me gusta ver, porque detrás de esas fotos hay historias, hay seres humanos, hay familia, hay algo para contar.
Siempre pienso que cada foto es un segundo que se detuvo en el tiempo para ser captado por alguien y mirado por millones, entonces es por eso que me gusta sacar fotos, para detener el tiempo y hacer eternos los instantes, para que todo el mundo vea.
Lo primero que se me viene a la cabeza es cuando les pedí a mi papás que me compraran una cámara digital, siempre sacaba a mis amigas, en cada cumpleaños familiar, o a mi abuela porque sé que corría el reloj y quería detener el tiempo lo más que se pueda y me quedara ella eterna en papel.
Con mi militancia cada vez más fueron las ganas de sacar fotos, porque me daba cuenta de lo que miraba yo nadie lo estaba haciendo, será que me gusta ser fotógrafa para poner el foco donde nadie lo hace, porque cuando enfocás, empezás a mostrar a esos y esas que nadie ve y que problema estar en un mundo donde nadie te ve. Quien va a mirar a Fabi cada vez que llueve y se le inunda la casa o Normita, cuando viene con algún adultx mayor nueva/o a buscar un plato de comida o simplemente darles una mano con los trámites de la jubilación, es por eso que me gusta contar sus historias o pedirles una foto.
Siempre recuerdo a mi abuela y a esa pobreza con que se crió, que le impidió tener algún registro fotográfico de ella o de sus padres Qué importante es recordar a los que ya no están a través de una foto ¿no?
No sé si soy fotógrafa porque no sé si lo hago bien o mal, de lo que estoy completamente segura es de lo que quiero mirar y que el resto mire, los miles de recitales, las marchas, algún que otro momento histórico que te queda marcado mientras pasan los años, o los invisibles de siempre. No sé si sacando fotos pueda cambiar el mundo, pero sí registrar hasta que todo sea como lo soñamos.