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Juan Thomes

FOTOGRAFIAR, RESPIRAR

Iba a relatar cómo comencé a hacer fotos pero es aburrido. Solo diré que empecé a los 8 años con Ricoh, luego anduve por Kodak y llegué a Canon.

Mi primer acercamiento al fotoperiodismo fue el 20 de diciembre de 2001. Era estudiante universitario, militaba en una agrupación. En la mañana cuando comenzó todo, nos juntamos en la facultad y yo andaba con la cámara y tres películas Fuji de 100. Cargué la película y viví una de las experiencias más fuertes. Esas experiencias que te dicen dónde estar en la vida. Luego pasan años, sigo mis estudios universitarios pero la carrera me desilusiona y tomo otros rumbos. Por mandato debía tener un título. Técnico en administración hotelera decía la cartulina, por ahí andará.

Viajé a buscar trabajo a Las Grutas, conseguí fácil, era conserje por la mañana, pero duró poco. Un día bajé a la playa y vi a fotógrafes haciendo su trabajo en la playa. Sacaban la foto y después pasabas a su local a buscarte en una vitrina. Hacía los dos trabajos pero las fotos daban más dinero y satisfacción. Dejé el hotel, colgué el traje para calzarme la malla, la remera, recorría la playa y hacía fotos, sin duda fue la mejor escuela, aprendí de colegas muy rayados pero grandes profesionales o conocedores de técnica. Luego terminó la temporada y partí a Bariloche.

Bariloche fue una mezcla de “livin la vida loca” con evolución en equipo, y además conocer y aprender un poco más de técnica.

La vida continua, mi mamá se enferma y me vuelvo a Fiske/Roca. Comienzo a tomar talleres donde empiezo a laburar mi mirada, tenía que dejar de lado la fotito para turista y comienzo a tener una base de estética. Mi profesora Viviana pudo construir eso, gracias a ella empecé a mirar, ahí terminé de enamorarme de la fotografía y de Adriana Lestido.

Llegó lo periodístico netamente y volví a sentir la adrenalina del 20 de diciembre. Comenzó todo con el terremoto de Chile en 2010 y fue un crecimiento de paso a paso.

En un momento creí que estaba haciendo un gran trabajo y mostré un laburo sobre mi hermana, a dos amigos y colegas. Vimos las chiquicientas fotos y ellos me dijeron que de todas las fotografías solo rescataban un par. El por qué fue lapidario. La falta de compromiso fue el problema. Lo asimilé, lo mastiqué, lo pensé y re pensé. Ahora, con los años puedo mirar para atrás y ver que era así, a “Yo soy Chabela” le faltaba compromiso.

El año pasado tomé la decisión de hacer fotos sobre el caso de “Facundo”. Y el resultado me dejó muy bien porque en dos visitas logré imágenes que a mi gusto son buenas. Al principio de la pandemia me cuestioné por qué hacía fotos y acá está la respuesta.

Hago fotos porque quiero documentar. Recuerdo que cuando empecé la universidad un profesor me decía “que todo individuo tiene una historia que merece ser contada” por eso soy fotógrafo, porque quiero contar, relatar a través de imágenes. Y recuerdo esa frase que es una especie de muletilla “fotografiar sensiblemente y con respeto”.


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