Por Juan Thomes.
Paso el espaciado hall de acceso donde hay una fotografía de la gobernadora de Río Negro Arabela Carreras, tapándose los ojos con un barbijo. Fue colocada allí en marco de la protesta de trabajadores de salud debido a sus magros salarios. Recorro los oscuros pasillos del sector más antiguo del hospital Dr. Francisco López Lima. Saludo a Luis que está en el ingreso a la zona de internación, paso por UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva) miro a través de las calcos y carteles de la ventana si está Dani, no lo veo, sigo.
En la parte nueva los pasillos son más luminosos, a mi derecha comienza uno que se ve profundo, tiene 22 habitaciones de dos camas cada uno, antes era sector de varones y mujeres, ahora es todo Covid. Viene caminando Miriam le consulto si me consigue permiso para entrar, ella entra a paso firme, habla con un enfermero, me hace señas que me acerque. Entro y hablo con Facundo, me da guantes “Por las dudas, pero no toques nada”.
Empiezo el recorrido, dos internas posan para la lente, noto que una de ellas tiene una tonada diferente, se llama María. Se ataja, dice que es tímida, “enseguida me pongo colorada”, por eso no acepta que hagamos un video para que relate como es su vivencia como riojana en Río Negro. Sigo haciendo fotos, charlo con enfermerxos, mucamxs, médicxs. Me encuentro con Gloria le hago una foto, giro y María viene hacia mí, se apura para no aparecer en la foto, me doy cuenta que sonríe y apura el paso. Hago foco en ella, en su cara, hago un barrido. Sigo trabajando, recorro otros lugares y retorno a casa. Veo la foto, me gusta, se logra notar que María sonreía. La contacto, está llegando de la guardia así que coordino para charlar más tarde.
María tiene 30 años recién estrenados, se recibió en 2017 en La Rioja. Hace tres años vino con su novio a la Patagonia, llegaron a la línea sur por unos amigos que viven allá y con el paso del tiempo se asentaron en Roca. En junio de 2019 comienza la residencia de Clínica Médica en el hospital Dr. Francisco López Lima y destaca que se siente a gusto, cómoda por el ambiente de trabajo; es un hospital con muchas y diversas patologías y el equipo de salud es excelente. “Trabajar día a día en esta pandemia es agotador, frustrante, angustiante, muchas veces sentimos que no podemos más y aún así podemos, apoyándonos en nuestros compañeros y en
nuestras familias que nos esperan en casa, con palabras cálidas, diciéndonos "esto pasara", "todo estará bien" y "por lo menos nos sentimos protegidos de algún modo”.
Los residentes hacen una especialización de tres o cuatro años, con jornadas de trabajo de 8 horas y guardias de 36 en tiempos de "normalidad" y en pandemia de un día aproximadamente. No cuentan con aportes jubilatorios, ni aguinaldo, tienen solo doce días de vacaciones anuales y cada seis meses se manifiestan para recibir "un bono" que es proporcional al aguinaldo. "El trabajo de los residentes muchas veces es desconocido, nuestros sueldos son considerados una beca", afirma María, aunque aclara que en Río Negro están mejor que muchos compañeros del resto del país que no reciben sueldos.
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